A medida que el cambio climático es cada vez más real y se reconoce el papel crucial de la sostenibilidad, se vuelve vital comprender la huella de carbono de materiales como el aluminio. En el caso del reciclaje de aluminio, no todos los procesos son iguales, lo que puede ser confuso y llevar a interpretaciones erróneas.
El aluminio es considerado un material ideal para la economía circular gracias a las propiedades con las que cuenta como la durabilidad, la ligereza y la infinita capacidad de reciclaje. Por ello, el aluminio reciclado se ha convertido en una alternativa sostenible para muchos fabricantes. Sin embargo, hay que tener en cuenta que su impacto ambiental depende de su origen y si previamente se ha utilizado o no en un producto.
Si el aluminio reciclado proviene de ventanas, puertas y fachadas antiguas que se encuentran al final de su vida útil (chatarra posconsumo), la huella de CO2 es cercana a cero, ya que el reciclaje de aluminio sólo requiere del 5% de la energía que se necesita para producirlo por primera vez. Por lo tanto, la chatarra posconsumo es el aluminio reciclado más ecológico.
El aluminio también se puede reciclar a partir de residuos de producción o chatarra preconsumo. En este caso, el aluminio nunca se ha utilizado en ningún producto ni ha tenido una vida útil anterior, por lo que genera la misma huella de CO2 que el aluminio original, además de añadir un 5% procedente del proceso de reciclaje.
Pregunta qué hay detrás de tu aluminio reciclado
Algunos productores de aluminio mezclan la chatarra pre y posconsumo en sus cálculos, lo que podría incentivar el desperdicio de producción y que el aluminio con una alta huella de carbono se presente de forma incorrecta como chatarra con cero emisiones. La clave siempre es ser transparentes: es necesario comprender los métodos de cálculo y la documentación del producto que estás comprando, así, obtendrás una imagen precisa del impacto ambiental real de tu aluminio reciclado.
Como cliente de aluminio reciclado, siempre debes realizar las siguientes preguntas a tu proveedor:
- ¿Cuál es la huella de CO2 de mi producto?
- ¿Cómo calculas la huella de CO2?
- ¿Cómo documentas el producto que vendes?
Actualmente, existe debate sobre la clasificación en los estudios de evaluación del ciclo de vida (LCA) de la chatarra preconsumo. A diferencia de la chatarra posconsumo, ésta nunca se ha utilizado en ningún producto y, por lo tanto, no ha tenido una vida útil anterior, por lo que las emisiones de CO2 son nuevas. La chatarra preconsumo tiene un valor financiero positivo y a menudo se vende a recicladores externos.
Si tu producto dispone de una Declaración Ambiental de Producto (DAP), debes fijarte si hace referencia a las proporciones de chatarra pre y posconsumo, además de si indica su huella de CO2 y los impactos ambientales adicionales que puede provocar.
Dos métodos para calcular la huella de carbono de la chatarra de aluminio
Las normas internacionales no cuentan con una orientación clara sobre el mejor método de cálculo de la huella de carbono de la chatarra preconsumo, lo que lleva a confusión. Existen dos métodos comúnmente utilizados que, aunque ambos son válidos, ofrecen resultados drásticamente diferentes para la evaluación de la huella de carbono de los productos que utilizan aluminio reciclado:
- Enfoque de corte: asume que la chatarra de aluminio no contribuye a las emisiones de carbono, ya que considera que no tiene impacto ambiental adicional en comparación con la producción del producto principal. Este enfoque tiende a simplificar el cálculo al ignorar las emisiones asociadas con la producción de chatarra.
- Enfoque de carga evitada: reconoce que la producción de chatarra de aluminio tiene una carga ambiental, que la distribuye entre las diversas salidas del proceso como los lingotes y la propia chatarra. Este enfoque refleja una comprensión más detallada de las emisiones de carbono asociadas con la producción y el uso de la chatarra de aluminio al reconocer que ésta última no es completamente libre de impactos ambientales.
La principal razón por la que se consideran equivalentes las chatarras pre y posconsumo es porque el enfoque de carga evitada implica la capacidad de rastrearla completamente. A pesar de que, con frecuencia, se prefiere el enfoque de corte debido a su simplicidad, éste podría obstaculizar el desarrollo de la economía circular, ya que no otorga una ventaja a la huella de carbono de la chatarra posconsumo y eclipsa el objetivo de sostenibilidad de reducir y evitar la chatarra en el proceso de producción. El enfoque de corte fomenta el uso de la chatarra preconsumo.
En medio del debate, la prioridad debe ser la transparencia, proporcionando datos para ambos métodos de cálculo. En un mundo donde se valora cada vez más la sostenibilidad, no es suficiente con realizar afirmaciones vagas sobre ser “sostenible” o “reciclado”. Es crucial que definamos con precisión los conceptos, compartamos datos y fomentemos la verificación.
La filosofía de Hydro Building Systems se alinea con esta visión. Creemos que el enfoque de carga evitada es una buena manera de obtener una imagen real de las emisiones de carbono e incentivar la economía circular. Abogamos por una conversación honesta y clara sobre las emisiones de CO2 asociadas con nuestras soluciones. En Hydro, creemos firmemente que, a través de la comprensión, la innovación y el compromiso con la sostenibilidad, podemos liderar el camino y demostrar que el aluminio reciclado no es sólo una palabra de moda, sino una elección viable y responsable para el futuro.